martes, 23 de abril de 2013




  Yo cuidaba de él, había sido la elegida, su elegida, su última. Esa que con amor cuidaría de él en el momento más frágil de la fugaz, pero intensa vida. Esa, que con amor lo acompañaría a transitar por el dolor de aquello que sólo podemos intuir por unos pocos segundos.
 Fiel a mi ser deseante, descuidé de él. Me necesitaba, y yo distraída con la brisas del mundo. Reprochó y escuché, pero no he callado: le conté sobre mis distracciones, de mis movimientos constantes, también de mi profundo amor, y las inmensas ganas de ser su compañera de viaje, su compañera del último viaje.

Me senté sobre sus piernas.

“Que tu boca calle y me dejes cuidar de ti, ese es mi deseo hoy. Puedo cuidarte, quiero hacerlo”, dije.


Quedará para después el pensar (nuevamente) si ese es el lugar que quiero. Hasta tal vez, si es el verdadero lugar, que bajo engañosas palabras, me ha pedido. Hasta tal vez, si ese lugar es inmóvil o cambiante, mutando a medida que armemos caminos.
Mientras tanto te disfruto, me disfruto así.

lunes, 29 de octubre de 2012

Todo le queda chico.



 -¿Y detrás de la puerta, qué    
 
  imagina?   

 -No sé...lo único en lo que puedo        
  pensar es en Aire. 

 -¿Aire? ¿Para qué sería el aire?

 -Sí, aire, para respirar.

miércoles, 1 de agosto de 2012

A punto de....




Hoy en día me encuentro construyendo un lugar muy especial. Lo construyo sobre algo también muy especial. Siempre va a ser ese algo original, más allá de la nueva construcción. Ambos son muy distintos. Este que estoy construyendo lo fantaseo como mí lugar, lo propio, lo singular.
Acá me encontraba yo, con una sensación de construcción terminada, esa sensación de lo realizado. Sólo faltaba habitarlo, estar ahí, Estar. Estar, porque estando se es. 
En la cocina, una mesa de madera larga y oscura, ya un poco vieja pero bien firme. Aún habiendo transitado despedidas muy duras, la mesa, inmutable. La cocina tenía tres puertas, una, de metal viejo, pintada de marrón y vidrios arriba, abría paso hacia un pequeño patio, por donde entraba los cálidos rayos del cariño, alumbrando todo el espacio. Las otra dos puertas, de madera, una daba al living y la otra, era la puerta de entrada y salida, claro.
Acá me encontraba yo, teniendo que estudiar, no recuerdo qué, sólo recuerdo que no estudiaba sola. Había un compañero estudiando conmigo. Un compañero particular, no era un compañero de estudio en general, sino de esos compañeros en formas, compañero de ilusiones, un compañero virtual, que está y no está. Hoy ese compañero, además, era de estudio. Los dos con los libros sobre la mesa, conversábamos  cada vez que la mirada se distraía de las páginas interminables del libro. Nos parábamos de vez en cuando a encender un cigarrillo, a cambiar la yerba del mate, a calentar más agua. Entre tanto, me paseaba por sus espaldas mientras él cambiaba la yerba, saliendo y entrando, una y otra vez desde la cocina hacia el pequeño patio. Cuando decidí no pasearme más, encendí el cigarrillo, le dí una pitada, e inesperadamente se abrió la puerta de entrada. Sorprendida veo que era la Ley. Con gran asombro, incertidumbre, y sin explicación de la Ley en mi lugar, contuve el humo de la pitada y tiré el cigarrillo bajo mis pies, como si la ley me fuera a sancionar por estar fumando. Aunque la ley fuera conocida, me extrañaba verla ahí, no era de frecuentar mucho mi espacio, o eso creí siempre.
Saludé a la Ley como si la sorpresa de verla ahí fuera grata. Le presenté a mi compañero, explicándole quién era, qué hacíamos y otra serie de cuestiones casi burocráticas, como es debido ante la Ley. Conforme con el discurso, la Ley pasó al living a ver la tele, con la puerta abierta de la cocina y quedándose con la excusa de esperar a un constructor de lugares, del mío en particular.
Un poco desencajados, y disgustados con la visita de la Ley que venía a romper con una tarde cálida de sol, cálida de cariño, continuamos con lo nuestro.
Lo nuestro, ahora se desarrollaba los dos sentados ante una de las puntas de la gran mesa de madera, agarrados de las manos. Él con sus manos hacia caricias en la mías, como caricias en el alma, sin quitar la mirada de uno sobra la del otro. Una sensación de estar en él (hablo de ese estar que comente al principio). La Ley miró de reojo y preguntó a que hora había dicho el constructor que llegaría, contesté que nada había dicho, y blasfemó. Nosotros nos dimos una mirada cómplice sobre la Ley, y atiné a decirle sólo unas pequeñas palabras antes de levantarnos y que todo termine precipitadamente.

- Lo que me gusta de vos es que tenes el alma sensible.
- ¿El alma sensible?, sonrió. 

sábado, 9 de junio de 2012

Siempre que me hace falta, vuelvo a Los Pozos.

Alguien me dijo una vez: “Lee de nuevo El Principito, ahora de grande le vas a dar otra interpretación”.
No lo volví a leer. El Principito nada tiene que ver con esta historia, creo. La relectura a la que me refiero no es ni de un libro, ni una noticia. Es más bien la relectura de una situación.
¿Quién no le ha dado a un mismo hecho distintas interpretaciones?
Acá estoy otra vez, hablando de los pozos… Sí, los pozos.
Para quienes no leyeron el ensayo anterior, les cuento un poco de cómo me sentí ahí: Horrible. Un lugar al que jamás hubiera decidido ir, hasta hoy, claro. El foco, en la primera lectura estaba puesto en EL DECIDIR, NO DECIDIR y, sin darme cuenta,  se abría la puerta para esta segunda mirada.
Mi relectura sobre los pozos es completamente complementaria de la primera lectura. Hoy, hago el foco especialmente en los pozos. Esos pozos son para mí, donde comencé a ver todo esto que veo ahora. Es el lugar exacto que me hizo darme cuenta sobre EL LUGAR, porque ahí dentro, entre toda esa oscuridad, ese abismo eterno, ese vacío eterno, justo ahí, se encuentra el misterio, la duda movilizadora, la duda que te cuestiona y te arrincona; la duda que te hace existir. Porque, sin las amantes duda-pregunta…qué sería de nuestra vida?...y otra vez vuelvo sobre la duda-pregunta.
Comencé a dudar sobre los pozos, y me pregunté ¿Es realmente un lugar al que no quisiera volver? (bueno, si con lugar me refiero a eso de “haber decidido no decidir”, claro que no, pero me refiero en particular a LOS POZOS). Hoy creo que sí, porque en esa oscuridad, en ese abismo, en ese vacío no hay nada, hay mucho, y es necesario enfrentarse a él de vez en cuando para recordar todo eso que hay y que la oscuridad intenta ocultarnos.
Es necesario hacer aquello que hice, pero intentar no caer: Animársele al Pozo, llegar al Borde, Mirar y Caer, no al suelo como me pasó, sino caer en la cuenta de todo lo que allí hay y que por todo eso, y por la pregunta sobre eso, es lo que nos contractura y alivia el alma.
Sin temor voy hacia los pozos incesantemente, porque me hacen colocarme en el camino que elijo. El camino lo encontré gracias a los pozos y es por eso que vuelvo cada vez que olvido todo eso que esta ahí, eso que me hace elegir una y otra vez este camino, por más árido y desértico que sea.

miércoles, 25 de abril de 2012

El que termina en un pozo......

No eran las vacaciones soñadas, claro que no. Nadie en este universo quisiera tener sus días deseados en este lugar, o eso espero; es que ustedes que leen no saben de que lugar les hablo y no pueden imaginárselo. 
Antes de hacer una narración descriptiva del lugar, cual científico que observa su objeto de estudio, voy a contarles cómo fue que llegué aquí.

Se aproximaban las vacaciones de verano. Después de un largo año transcurrido, lleno de actividades, exigencias, malos humores, buenos humores, besos dados, besos no dados, desencuentros, encuentros, desaciertos y desilusiones, era necesario para mi tomar un descanso de toda esa bola de cosas que me había pasado por encima. Descansar de la rutina, de esa maldita y organizadora de vida.
Barajaba algunos destinos, todos muy distintos, pero ninguno terminaba por convencerme. Que aquí, que allá, que por el otro costado....nada. No sé definir el por que de lo que me pasaba, de ese no poder decidir mi destino veraniego. 
De tanto dar vueltas, decidí. Decidí no decidir. Hable con Avi que estaba en busca de una compañera de viaje. Marqué su número y hablamos un largo rato por teléfono. Me dijo que no andaba con vueltas ni con divagues, que ya tenia definido su destino de vacaciones. 

-Bueno, y entonces, ¿a dónde nos vamos?. - le pregunté.
- A los pozos, vamos a los pozos- dijo Avi con una sonrisa esplendida y ojos de ilusión.
- ¡¿Los pozos?!, ¿qué son los pozos?. - exclamé.
- ¡Los pozos!, ¿cómo que no sabes que son los pozos?, ¡Los pozos!- me contestó.

Ya el nombre "Los Pozos", es para sospechar. El que termina en un pozo, es porque no termina bien (eso creo). Pero se ve que mucha explicación y conocimiento no fueron necesarios para emprender el viaje a este lugar.
 Un lugar, y ahora si paso a describirlo,  que no sé bien qué es...es llanura pura, es un lugar que parece infinito, liso, tiene nada. Bueno, sí, algo tiene: pozos. Pozos más que profundos, pozos abismales, pozos más que oscuros, pozos sombríos. Pozos en los cuales uno nunca podría ver si hay algo allí dentro. 
En este lugar llamado los pozos, sólo hay pozos, y la única propuesta de los lugareños es pararse al borde de estos abismales y sombríos pozos, siempre y cuando se haga con cuidado, ya que si alguien se cayera dentro de ellos, nunca jamás podrían rescatarlo.
Tome coraje, me animé,  me asomé, pero el miedo de caer fue tan fuerte que me lancé  hacia atrás y quedé sentada en este suelo árido;  eso me dejó, además de dolorida, pensando.

Sólo puedo decirles, desde aquí sentada, en la tierra de los pozos, que nunca, jamás vengan aquí. No lo digo en particular por los pozos, puede que a alguien le gusta la nada y enfrentarse con los agujeros más grandes que puedan ver (de ejemplo esta Avi), sino por lo malo del lugar en el que terminé. Me refiero a mi postura de no tomar las riendas, acabando así en el Lugar que no quiero.
Elijan dónde pararse, elijan cada uno de ustedes Su Lugar. Si no elijen pueden terminar como yo, aquí, pasando mi días Deseados Estando en un Lugar  que nunca quise. 
Ustedes pueden llegar a pasar parte de sus vidas en un Lugar que no quieren estar...parados o sentados, decepcionados de  no haber tomado la decisión correcta: elegir eso que se quiere.  
Siempre decidan su destino, siempre elijan.

domingo, 18 de marzo de 2012

Signos




Iba en busca de una huerta orgánica, esas cosas poco usuales que a veces acostumbro a hacer alguna vez en mi vida. Tenía una dirección poco exacta. Recuerdo que era por Palermo, creo. Sobre la calle Humboldt, a pocas cuadras de Av. Santa Fe. Como era una dirección aproximada, pregunté en un barcito sobre una esquina. Era un bar de esos estilos modernos: viejos-renovados, puertas antiguas, de esas largas y angostas, de vidrio y hierro, típica esquina con ventanales.
Me encontraba en estado alerta, ansioso. Pregunté al primer mozo que ví en el lugar si conocía esa huerta. Se sonrió, hizo una mueca pícara inclinando sus labios hacia un costado, y asintió con la cabeza. Se acercó un poco más hacia mí, me indicó las calles, y me pidió que le avisara si una de las cosechas ya estaba en venta. Largué una carcajada como entendiendo a qué se refería,aunque no lo haya dicho. 
Sin terminar de reírme, detalle clave que indicaba mi estado alerta-ansioso, salí corriendo como si llegara tarde a algún lado, tenía una sensación que a veces generan los cielos grises, esos que gritan que en pocos segundo comienza la tormenta.
Corría por la vereda cuando me dí cuenta, que de un momento a otro estaba descalza. Todavía sigo sin saber bien como sucedió. Las calles estaban casi vacías, como suelen estar  en las tardes de Domingos nublados… y yo, corría por ellas, sola y descalza.
Cuando creí haber llegado, me encontré entrando a la casa de un conocido. Mientras subía la escalera, iba escuchando una música, una canción particular que no termino de recordar; creo que era alguna de Soda Stereo, una de esas que marca una época, un año, un sentimiento, una sensación.
El día seguía nublado, o se hacia de noche, ya no sabía identificar esa particularidad.
Cuando entré a la casa, me puse nerviosa, pero contenta al ver a todos mis compañeros que se habían reunido ahí. Estaba un poco confusa. Salía y entraba  desde una habitación iluminada, en la que había dejado mi morral sobre un banco, hacia el comedor que tenía la luz apagada, dónde muchos charlaban y algunos bailaban. Me quedé en la puerta entre la habitación y el comedor. Seguía en mi estado alerta. Creo que la ansiedad pasaba, en ese momento, por la espera de él, que no había llegado. Eso es lo que creo, porque me recuerdo mirando constantemente a la puerta de entrada que estaba abierta. Miraba como un perro sentado que escucha detrás de una puerta, ruidos que le indican que su dueño va a entrar.
Aunque la comparación entre mi estado de alerta-ansioso y el de un perro no me guste, debo reconocer que estaba así.
En cuanto me distraje un momento, él apareció.
“Señuelo, hay algo oculto en cada sensación. Ella –él- parece sospechar, parece descubrir en mí, los vestigios de una hoguera”…hoy mi corazón no se vuelve del todo delator.
Sentía que nos correspondíamos, o eso quería. Aunque no lo recuerde exactamente (ni con un mínimo detalle, al punto de  hoy dudar si sucedió de verdad) nos miramos, nos agarramos y corrió entre nosotros una energía de correspondencia.
Entre el alboroto de la gente, y el mío por sobre todas las cosas, lo perdí de vista.
“Un suave látigo, una premonición, dibuja llagas en mis manos”.
La noche ya era muy noche, tan noche que comenzaba a ser día. Entre mi olvido sobre la huerta, y mi despiste constante, al mirar a la vereda, ví que se habían juntado algunos a sacarse fotos. Los que estaban posando para las fotos eran unas parejas. Una pareja estaba sentada sobre un banco abrazándose, y la otra sentada sobre una mesa de madera, tipo tablón, se miraba. Esta última la componía una mujer y él.
Decepción. Creyendo siempre lo que quiero; pero lo que quiero nunca se entera que lo quiero.
Él le dio un suave y corto beso en la boca. Tenía esa manera que siempre tiene. La manera de encantarse de las cosas, como un infante, pero con la postura de un adulto, con justificaciones de su hacer que apelan a la razón, y con una mirada sincera, pero insatisfecha.
Sentía –o quería creer- que era yo quién podía satisfacerlo. Satisfacerlo sin que encuentre una justificación racional al encantamiento y a la satisfacción más que el encantamiento mismo. Pero, como si fuese “una buena muchacha de casa decente (…), sentada sobre el miedo de correr”, corrí, no en busca de lo que quería, más bien corrí de eso. Sentada, corriendo, sobre o por el miedo, cobarde al fin.
Se hacía cada vez más de día, tomé mi morral y salí corriendo de la casa. Y fué él, quién al verme salir corriendo, se dió vuelta para mirarme mejor, sospechando el por qué de mi huida, para al fin entenderlo todo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Noticias de ayer, extra, extra!


Faustino Oramas - Mujeres de Bayam


Las caras de la moneda.


Lucecitas de colores. Sabor a carnaval. Calor pegajoso. Ritmo latino. Alegría en los ojos. Indignación en el alma (“lo mal que se vive, lo bien que se está”). 
Procesos sociales, sonrisas, política, miradas, risas y sentimiento de pertenencia.
Aunque le parecía extraño pensar en esos términos, las energías le pasaban una mala
jugada.
Sillas. Tabaco. Charla. Cerveza. Instrumentos. Colores.
Después de la noche anterior, Dominga descreía en gente que alguna vez respetó. Dominga
jugaba a intentar no desplumar a quien quería desplumar, a no mirar a quien
quería dilapidar. No era parte de su mazo la carta del reproche. Pero internamente, a modo de cántico repetitivo decía sin voz: Protervo, no hables, no a mí, puedo matarte, que a mi se me respeta. No me hables, protervo, Puedo, cortarte la jeta, a mi se me respeta.


Miradas. Ritmo sentido. Cuerpos encendidos. Bailes con amigos.


Necesidad de un mirada con firmeza, que no temiera. Al mismo tiempo que la buena, la mala energía iba creciendo. Dominga bajaba la bronca entre la risa, el vino y el humo, pero las malas pasadas no se elijen cuando pasan; así, seguía su curso la reunión nocturna. Dicen que todo se transmite,  y esa carga negativa llevó a los porrazos de la noche, qué splash, que pun, que pan. Reconoció su energía oxidada, cansada.Y, como dicen, todo se transmite.


Baile con este aquí, con este allá. Una mirada externa, circundante del niño sin rostro.
Se baila al compás de la música. Círculos parados. Círculos recostados. Guajira guantanamera.
El sin rostro desaparece. 
Cuerpos tímidos que se van soltando. Cuerpos tímidos que se van rozando. Cuerpos ya no tan tímidos. El beso en espera.


Dominga bailaba y entraba en otra dimensión, el momento de más conexión: el momento de
desconexión. Le costaba a Dominga salir de una postura de mujer ayer en alza y hoy devaluada, y reconocer que de seguir adelante con esa mentira, no llegaría lo que creía querer (sin saberlo, en ese no querer reconocer, reconocía); pero como dije, todo se transmite. En el delay se paró todo. Y entre los ritmos movidos pero suaves, “el color del final de la noche” la arrincona contra la pared y la cuestiona, otra vez: ¿dónde fuiste a parar, dónde estas?.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Oda para los cambios.


Cambio, muto,
nuevo, camino,
no paro,
sigo,
adelante,
estoy cansada,
el camino luminoso,
no paro,
sigo,
adelante.
Rumbo nuevo,
lejos, viejo.
Bueno nuevo,
viejo, lejos.
Cambio, cambio,
causa mareo,
vuelvo al eje,
camino, los pies pesan,
los brazos duelen,
el pecho está encendido,
los ojos también,
nuevo, emoción,
rojos, lágrimas, pasión.
Ideal?, muy real.
Sigo, no paro,
Podés venir,
solo hay una condición :
no parar (es camino atrás)

martes, 22 de noviembre de 2011

En este Suelo Nuestro.

A veces nos encontramos ante cosas muy distintas en apariencia. A veces las cosas más distintas, en el final se unen. A veces no nos damos cuenta que una misma cosa puede estar formada de cosas muy distintas, de contradicción.



Un poco de Acá, un poco de Allá forman Esto. -No es más que un intento de reflejar lo más profundo-.

Eso que nos ata a la tierra, a lo natural, a eso que sólo podemos percibir sin conciencia, lo Otro que nos llega sólo pensándolo y nos atraviesa en cada paso.

Esas cosas conviven dentro nuestro mientras Estamos en este Suelo.

Mientras vivimos, esas cosas, apariencia distintas, conviven y nos hacen, se relacionan más allá de lo que Queremos ver.

¿Habrá que cerrar los ojos para verlo todo?.

martes, 8 de noviembre de 2011

El carnaval que no sentí.


 Era carnaval, pero no todo era feliz.
 Llegaba a mi casa, -eso creo, no lo recuerdo ahora- era una casa antigua, de techos altos y ventanas grandes de madera. El ventanal enorme del cuarto principal, en el piso de arriba, se encontraba abierto de par en par dejando entrar y sentír el calor de afuera, el bullicio de los pasantes, de los que sí festejaban. Era el festejo lo que me hacia estar molesta, estaba en mi casa, cansada, recién llegada después de un día de calor, y encima tenía que soportar el festejo de otras personas, el festejo sin verguenza se metía por el ventanal y mi privacidad se esfumaba;  me irritaba mucho (eso sí lo recuerdo).
 Ingreso de lleno a la habitación principal del piso de arriba, que no era la mía (no sé si era mi casa, repito), y puede ver cómo frente al ventanal agonizaba una señora viejita, una señora que sufría mucho, daba sus últimos respiros, no estaba ni sentada, ni recostada en una cama. Había una especie de mesa en la que se tendía, mis ojos se desorbitaron de impotencia, de ver la muerte de la abuelita y no saber que hacer, si es que había algo por hacer.


Muere. Muere por unos minutos y tras una bocanada de aire vuelve a la vida. Vuelve sin dolor, sin sufrimiento (¿cómo puede ser? ¿Vuelve a la vida?). Volvió con una sonrisa, y eso me alegró. Me giré para seguir mi rumbo a otra parte de la casa, el hecho de verla sonriendo me habia dejado tranquila como para seguir mi camino, pero lo inesperado se reflejó en mis ojos otra vez desorbitados. Era como una pesadilla, o mejor dicho, un gran sueño. En la misma habitación se hallaba un cajón fúnebre, de madera, marrón oscura, barnizado, de lujo. No tenia tapa, o tal vez andaba tirada por ahí. Su interior lleno y vacío. Un hombre salía de él, como quien se levanta de la cama después de una siesta y no de la muerte. Se ató su cinturón  marrón del que colgaban un manojo de llaves, algo que ya era  era costumbre en él (sí, lo conocía), pero ese día, aquello que lo caracterizaba era una sonrisa en la cara.


Mi estado, aunque no importase, era el de estar estupefacta pero con un aire de tranquilidad, también de molestia....ese carnaval, esas voces charlatanas, esos tambores….y yo que me pensaba de luto mientras la gente nacía.





Hablando rápido como Deseo.

Llego,que llego!,
Que Llego,
ahora no.

Que voy, voy!,
Y me vuelvo.

Que corro, corro!,
Y no alcanzo.

Como si tuviera sentido todo esto.

Oda de la confusión

Como en este día, tan vacío y tan lleno
En este día,  mis desencuentros.
Cuando te veo,  yo te creo,
Me voy, y te detesto
Se me nubla el pensamiento,
Se me cierra mucho el pecho.
Pienso en otro tipo,  
penso en ese, me calma por poquito.
Veo cual es el tema,
no saber es mi problema,
Si estuviera claro, ya te dije hermano,
yo no toco notas en vano.
Es la marea, ¡cómo pega!
Sale el grave,
se queda el agudo,
quedo mareada, queda mi torso desnudo.
Se me nubla el pensamiento,
se me cierra mucho el pecho, 
Veo, creo, que a él ni quiero verlo.

Tercera persona.
Ya no se a quién busco.
Se me nubla el pensamiento,
se me traba el habla,
se me hace ansia la palabra.
Que lo espero es mentira, 
anda la Búsqueda viviendo en mi guarida.

Se me nubla el pensamiento,
Así yo siento,  es este mi sentimiento.
Se me cierra el pecho, mucho menos.
Se pasa la noche, se hace de mañana,
 y hoy sí, de vos ya no me acuerdo..

martes, 11 de octubre de 2011

Algo bien propio...o del otro..como sea, es lo mismo. (Vos frente al espejo, un otro. Un otro frente al espejo, vos)


Otra, como palabra que crea.
Otra, indica a una persona.
 Una persona que existe por que otra existe, y la existencia de esta última por otra.
Otra como indicador de existencia y conexión entre existencias.
Por el otro, por la otra persona es que yo existo.
 La conexión entre todas las otras personas como fundamento de mi existencia y fundamento de la existencia de otras, de otro por otro.
Otro no como distinto, otro como uno mismo, otro idéntico, como hacedor del todo en un sin fin de otros.